En la brecha

Ultimamente me ha dado más duro de lo usual mirar a mi alrededor y escuchar en bocas de extraños y conocidos el discurso de la víctima que permea en todas las experiencias cotidianas en las que habito, desde el trabajo y la familia hasta el amor. El país se vuelve un volcán que escupe quejas, miedos e indecisiones que queman lo que tocan socavando capas y capas de realidades paralelas. En un momento de mi vida decidí ser salvador, dar una gran parte de mí tiempo para ayudar al que se queja, tratar de resolver el supuesto problema y echarme la carga de algo que a fin de cuentas, no me toca. Se siente como una dependencia del dolor que llena el espacio de lo que se debe hacer que en todo caso sería, cambiar lo que no se quiere. Esto es una decisión que tomamos y que a veces ni vemos,  ¿Se utiliza el pensamiento y la energía para quejarse (que es una forma de reaccionar) o para construir lo que uno quiere experimentar (accionar)? El mundo de afuera cambia cuando nuestros pensamientos cambian y en este sentido todo lo que pasa afuera es nuestra responsabilidad. El lugar donde trabajo, las amistades y los amores con quien se comparte, el nivel de libertad del que gozo, los recursos con los que cuento en fin, todo se crea con la mente. No escribiría esto si no fuera por que lo he experimentado decenas de veces y que se acaban relaciones, hay movimientos de trabajo, de casas de sitios solo por cambiar de estado mental, solo por creer que es posible esa nueva búsqueda. Yo me he confundido cientos de veces y he visto como la realidad se convierte en un enredo. Me he dado cuenta que  la felicidad es un acto revolucionario. Cuando uno se da cuenta que lo que uno tiene y como uno se siente no responde a lo exterior si no a los pensamientos o patrones de conductas adquiridos por años de vida (y que a veces son imperceptibles) sumado a la carga de miles de años que contiene nuestro DNA entonces no podemos hecharle la culpa a nadie por que nos toca decidir cual es la vida que queremos llevar.  Lo exterior solo moldea la realidad que uno vive en tanto y en cuanto uno lo permita y no se ejerza una fuerza mayor, una acción contraria que sustituya la vida que uno ha heredado. 

Ultimamente me veo teniendo más y mas compasión después de tragar profundo por la impaciencia de comentarios tales como: “que si me heriste” o “justificas tus males” otros como “esto esta jodío” o “aquí no se puede hacer nada”, “si fuéramos estado o si fuéramos libres entonces…”. Nos pasamos reaccionado con lo que nos llega y nunca nos tomamos el tiempo de accionar, visualizar lo que se quiere, practicar una meditación enfocada o creer en vez de quejarse. He visto proyectos crecer, individuos que están más prósperos en un país que lleva 8 años en recesión. Yo creo que es importante empezar a trabajar una nueva consciencia de responsabilidad personal y visualización con acción. Yo soy responsable de mi alrededor, lo observo y reflexiono de lo que me está llegando en mi vida por que casi todo lo que está pasando a mi alrededor, es mi construcción y yo soy el único responsable. Asumo la consecuencia de mis acciones o de mi inacción y no le hecho la culpa ni al sistema, ni al vecino, ni a la forma de amar del otro. 

Esta composición sobre el poema de Jose de Diego sigue siendo pertinente para mi y se que también para mi país. 

Jose de Diego nos sigue hablando

 En la brecha

Ah desgraciado, si el dolor te abate,

si el cansancio tus miembros entumece!

Haz como el árbol seco: reverdece

y como el germen enterrado: late.

Resurge, alienta, grita, anda, combate,

vibra, ondula, retruena, resplandece...

Haz como el río con la lluvia: ¡crece!

Y como el mar contra la roca: ¡bate!

 

De la tormenta al iracundo empuje,

no has de balar, como el cordero triste,

sino rugir, como la fiera ruge.

 

¡Levántate!, ¡revuélvete!, ¡resiste!

Haz como el toro acorralado: ¡muge!

O como el toro que no muge: ¡embiste!

 

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